Muchos macacos son capturados en la naturaleza y vendidos en mercados de animales en Indonesia. Para obtener macacos bebes, muchas madres y otros miembros del grupo son asesinados cuando tratan de proteger a los jóvenes. Una vez capturados, los bebés macaco pueden pasar semanas o incluso meses viviendo hacinados en jaulas en los mercados.
Muchos de estos macacos son vendidos para las prácticas de Topeng Monyet (literalmente mono con máscara) y que consisten en el uso de macacos entrenados en espectáculos callejeros. Estos animales llevan una vida complicada y solitaria, privados de las relaciones sociales que como primates tanto necesitan. Sufren largas y duras sesiones de entrenamiento para aprender los trucos que entretendrán a los peatones y que, con suerte, reportarán algo de dinero a los entrenadores.
Sin embargo, tras la crueldad de la práctica, existe una realidad mucho más compleja que concierne no solo a una generación de indonesios de clase media que encuentran entretenimiento en estas prácticas, sino a algunos entrenadores que han encontrado en el Topeng Monyet un refugio económico y una forma de mejorar su situación personal. Esta dura realidad es un reflejo del nivel de pobreza al que se enfrentan algunos indonesios en su vida cotidiana.
Hay una organización conocida como JAAN (Jakarta Animal Aid Network) que trabaja para eliminar estas prácticas. Después de pasar mucho tiempo trabajando tanto en la calle como a nivel político, han logrado prohibir estas actividades mediante la publicación de este trabajo fotográfico. Ahora, lentamente, se están ofreciendo nuevos trabajos a los entrenadores y la mayoría de los macacos están siendo confiscados y llevados a un centro de recuperación donde se preocupan de su estado de salud y los rehabilitan para ser introducidos en una remota isla.